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Aunque el c-LDL continúa siendo el gold estándar (debido fundamentalmente a que los grandes ensayos clínicos que han demostrado reducción de morbi-mortalidad cardiovascular con hipolipemiantes, utilizaban al c-LDL como objetivo de control), tenemos algunos biomarcadores más, que nos pueden ayudar a identificar mejor el RCV de nuestros pacientes; entre los más importantes la APO (B), el colesterol-no-HDL, la PCR ultrasensible, el colesterol remanente y la lipoproteína (a).

La intolerancia a estatinas (intolerancia muscular) sigue siendo una de los aspectos de la prevención cardiovascular que más dudas y controversia genera. No en vano, es uno de los motivos de consulta más frecuentes en la práctica clínica, constituyendo la causa más importante de disminución de la adherencia que se traduce en un mayor riesgo cardiovascular.

Los fármacos agonistas de los receptores del péptido-1 similar al glucagón (arGLP1) se han mostrado eficaces en la pérdida de peso y esto es especialmente cierto para semaglutida, que ha documentado las mayores pérdidas de peso de los análogos comercializados en nuestro medio.

La principal causa de mortalidad en España son las enfermedades cardiovasculares (INE, 2022), siendo los factores de riesgo cardiovascular (FRCV) mayores los principales implicados en su desarrollo. Uno de los FRCV con más peso específico es la dislipemia y su objetivo de control en la práctica clínica es el c-LDL.

La insulina sigue siendo usada en nuestro medio por una de cada cuatro personas con diabetes mellitus tipo 2. Entre las barreras que dificultan su adherencia figuran el miedo a la hipoglucemia, la vía inyectable y la complejidad de algunas pautas de tratamiento. Estudios internacionales han detectado que este problema de adherencia afecta a 1/3 de los pacientes en tratamiento insulínico condicionando un peor control glucémico y mayores costes sanitarios.