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Asociación entre tejido adiposo y asma



Existen datos epidemiológicos que indican que un incremento del tejido adiposo puede ser un factor de riesgo para el desarrollo de asma. Sin embargo, los mecanismos implicados en la posible asociación de la obesidad y el asma no están completamente aclarados. De hecho, existen discrepancias sobre si la asociación entre obesidad y asma es debida a una relación causal o más bien a una coincidencia.

Algunos autores consideran que el asma asociado a obesidad podría constituir un fenotipo concreto de asma. Este fenotipo se caracterizaría por un descenso en los volúmenes pulmonares, presencia de síntomas más acusados, predominio de inflamación no eosinofílica y una respuesta más desfavorable a los fármacos, siendo más difícil conseguir un buen control de la enfermedad.

Esta asociación fue estudiada en un trabajo publicado en 2013 que pretendía conocer si existían en pacientes obesos, que estaban pendientes de cirugía bariátrica, situaciones tanto de infradiagnóstico como de sobrediagnóstico de asma. A los pacientes que participaron en el estudio inicialmente se les preguntó si algún médico les había diagnosticado de asma. En función de la respuesta se crearon cuatro grupos para el análisis:

  1. Correctamente diagnosticados según los criterios de la GINA (presencia de síntomas con prueba broncodilatadora o test de provocación positivas)
  2. Infradiagnosticados (sin diagnóstico previo de asma pero que cumplían criterios)
  3. Sobrediagnosticados (no reunían todos los criterios GINA)
  4. Grupo control (con pruebas broncodilatadora o de provocación negativas).

Se compararon entre los grupos variables antropométricas, valores de la espirometría, difusión pulmonar, volúmenes pulmonares, test de metacolina, FeNO, cuestionarios de calidad de vida (ACQ, AQLQ, GERD, escala de Epworth), prick test cutáneos, IgE total y específicas, leucocitos, PCR, vitamina D, presencia de comorbilidades (síndrome metabólico, apnea del sueño, reflujo gastroesofágico y rinitis) y medicación prescrita.

De 473 pacientes a los que se les realizó el screening en el preoperatorio, inicialmente 220 reunieron criterios de inclusión, de los cuales decidieron participar 86. De los 32 participantes que tenían un diagnóstico previo de asma, en el 41% de ellos no se confirmó una prueba broncodilatadora o de hiperreactividad bronquial positivas, por tanto estaban sobrediagnosticados. Por otro lado, un 31% de los pacientes estaban sin diagnosticar (infradiagnosticados).

Los autores atribuyen como posible causa de sobrediagnóstico la catalogación basándose solo en los síntomas, sin realizar pruebas de función pulmonar. En los casos de infradiagnóstico, podrían ser debidos a la infravaloración en la percepción de la disnea, atribuyéndose a la propia obesidad, obviándose de este modo una posible patología respiratoria asociada.

Los pacientes infradiagnosticados tenían mayor perímetro abdominal que los controles. En opinión de los autores, esta obesidad de tipo central puede favorecer la obstrucción de la vía aérea periférica, la cual repercutiría en una peor percepción de la disnea que cuando la obstrucción aérea ocurre a nivel proximal. No se hallaron diferencias en valores de función pulmonar, parámetros bioquímicos, calidad de vida, alergia ni comorbilidades.

Al comparar los infradiagnosticados con los sobrediagnosticados, muchos de estos últimos tenían rinitis asociada, comorbilidad que podría colaborar en una mayor percepción de la disnea.

Una limitación destacada del trabajo es la alta proporción de sujetos que declinaron la participación en el estudio, aunque los autores señalan que no hallaron diferencias demográficas con los que sí participaron.